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Historia del helado

Desde siempre el hombre ha buscado una forma de refrescarse a través de bebidas refrescantes, que se elaboraban con agua, nieve o hielo mezclada con otros ingredientes que proporcionaban placer y gusto a la bebida.

El primer relato sobre el helado tiene su origen en China, tal y como Charles Panati nos comenta en su libro “Extraordinary Origins of every day things”. Los chinos acostumbraban a preparar una masa “mantecada” hecha de arroz muy cocido, leches y especias que se colocaban en la nieve para que se solidificara. También nos describe como preparaban también fruta helada (zuma y pulpa mezclados con nieve) y que en Pequín, ya en el siglo XIII a.C., habrían numerosos vendedores ambulantes de estos refrescantes “dessert”.

Demostrado, por numerosas fuentes, que en toda Asia Menor, bien antes de la era cristiana, se utilizaba la nieve para preparar cócteles refrescantes, llamado “refresco de la nieve” por El Rey Salomón o “leche de cabra enfriada” por Abraham, tal y como aparece en La Biblia.

foto vendedor helado india

No se sabe con exactitud si estos elaborados eran consumidos por toda la población o solo por los nobles y ricos del tiempo. Sí, se sabe que la nieve tenía que ser recolectada en los montes, prensada y transportada en “neveras” o “hileras” bajo tierra (hasta 30 metros) o en cuevas. Prueba de ello es cómo mandaba el Emperador Nero a sus esclavos a la montaña para buscar nieve, que luego era utilizada para congelar miel, la pulpa de las frutas o sus jugos.

El mismo Alejandro Magno, que era un gran consumidor de fruta y miel enfriadas con nieve, es considerado como el que introdujo el helado en Europa, las guardaba en vasijas de barro y eran enterradas para mantenerlas frías con la nieve del invierno.

Los árabes introdujeron en Sicilia la costumbre de consumir la nieve mezclada con zumos de fruta, miel y aromas. El término “sorbete” viene muy probablemente del árabe sharbét o del turco chorbet. El sorbete más antiguo se elaboraba con agua de jazmín, aún más comúnmente se elaboraban con zumo de limón, naranja o pistacho.

 Marco Polo, tras los viajes de Oriente, trajo recetas para hacer helado de agua e ideas cómo tratar la temperatura del agua con sales.

El helado se difundió por todas las cortes europeas. Muchos cocineros empezaron a dejar de dar servicio en las casas nobles y abrir negocios propios.

Procopio Coltelli inaguró, en París, la primera heladería del mundo, en el año 1660. “Café Procope” era el nombre, y consiguió licencias reales especiales para la elaboración de “aguas heladas” (granizados) con fruta, flores de anís, canela, limón, azahar, fresas y cremas heladas. Él mismo fue el inventor de la primera máquina “mantecadora”.

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Los colonizadores británicos llevaron el helado para los EEUU, y es en 1851 cuando se vivió los momentos más importantes de la historia del helado: el lechero Jacob Fussel abrió la primera fábrica de helados.

En Londres y Nueva York se expandieron los artesanos gracias a los carritos ambulantes, se desarrollaron técnicas y maquinarías, se crearon nuevos sabores e incluso nueva formas de comerlo, como el cucurucho y las obleas.

Ante ésto,  queda seguir caminando y descubriendo las infinitas posibilidades que nos ofrece el mundo del helado, seguir mejorando fórmulas para adaptarse a los nuevos tiempos, tendencias y creaciones, seguir en búsqueda de ingredientes alternativos, personalizar la presentación, invertir en tecnología, cambiar conceptos de elaboración y venta… y todo para estar a la altura de un sector que está experimentando una importante evolución en los últimos años.